Marlon, un niño trabajador en Telpaneca

Lunes 17 Marzo 2014

Marlon en Telpaneca, 25.02.2014

Para llegar a la escuela, Marlon camina dos horas por el río Coco, situado en el extremo norte del país, cerca de la frontera con Honduras; un ruta peligrosa por las condiciones climáticas y por la presencia de animales salvajes. Él es un niño trabajador de 11 años y estudia 4° grado de primaria en la escuela de la comunidad Encuentros de Cuje.

Marlon es un niño tímido y muy amable que vive en condiciones de extrema vulnerabilidad y pobreza. Su casa está muy aislada, cerca no hay nada más que el río, que en época de lluvias –de mayo a noviembre- crece tanto que la mayoría de días no puede llegar al colegio “lo máximo que puedo cruzarlo es cuando me llega por la cintura, más de eso no puedo”. Es necesario caminar dos horas para llegar al núcleo de la comunidad a la que él pertenece, Poza Redonda.

Su situación familiar es muy dura: él vive con su madre de 47 años, que tiene una minusvalía en una de las piernas que le provoca muchos dolores y casi le imposibilita salir de la casa. Su padre se fue a vivir con otra familia y tiene otro primo de 10 años que es huérfano.

 “A mí me gusta ir al colegio. Quiero aprender mucho más, pero mi casa está muy lejos. Cuando llueve mucho no puedo ir porque es muy peligroso. Pero durante la época seca también me da miedo a veces, porque hay muchos animales; una vez me seguía un toro mucho rato y me dio miedo”. Además de a otros animales, como vacas, caballos o serpientes, Marlon también está expuesto a ser atacado por personas “Una vez un señor – que probablemente había consumido alcohol- me empezó a tirar unas semillas grandes y una me pegó en la nuca”.

NIÑO TRABAJADOR

Además de los problemas por el recorrido, él también suele faltar a clase porque trabaja en el sector agrícola desde que tiene 8 años. Marlon ha asumido el rol de proveedor en la casa, por la ausencia del padre y los problemas de salud de su madre. Él trabaja en la montaña con frecuencia, donde permanece alrededor de una semana y se expone a ser violentado ya que debe convivir con hombres adultos que no conoce. También trabaja en la época de siembra y hace mandados para otras personas de la comunidad. “En época de siembras no puedo ir a la escuela –que es dos veces al año-  porque tengo que ir a trabajar”.

Además, él se encarga de otras tareas tradicionalmente asumidas por el padre de familia: recoge el agua del río –que tiene que subir por una pendiente hasta su casa-, muele el maíz y trabaja con los animales, entre otras actividades. “A veces no quiero moler maíz, porque es muy cansado y si llevo todo el día fuera trabajando ya no tengo fuerzas.”

En su casa también vive su abuela de 80 años, que estaba tumbada en la cama muy enferma y sin fuerzas “llevo ocho días así, me duele mucho el estómago, no me puede mover”.

POBREZA Y AISLAMIENTO

No hay personal de salud cerca y los brigadistas han dejado de acudir a las casas aisladas debido a la falta de recursos. Su madre nos cuenta que “Nosotros no nos podemos movilizar hasta el centro de salud. Lo único q ue puedo hacer por mi madre es rezar a Dios. Por suerte el niño no se me pone enfermo, él es muy bueno. Pero un día, cuando volvió de estar trabajando en la montaña pasó una semana enfermo y yo estaba muy preocupada, pensaba que se me iba a morir. No vino ningún médico, así que lo que podía hacer era rezar y gracias a Dios se curó”.

A pesar de que Marlon en la actualidad no tiene enfermedades, su salud está muy expuesta, no solo por la falta de control médico, sino porque sufre malnutrición y está sometido a un grado de agotamiento es muy fuerte.

Todos estos factores han provocado que Marlon sea un niño muy tímido e introvertido, con poca autoestima y confianza en sí mismo. Por ello, desde hace un año forma parte de la Red de Niños y Niñas monitores, un proyecto desarrollado por el socio de Save the Children, INPRHU, que tiene como objetivo mejorar la autoestima y desarrollar la capacidad de liderazgo de niños y niñas en situación de vulnerabilidad.

PROYECTO DE AUTO-ESTIMA Y LIDERAZGO

“Actualmente son 48 niños y niñas de 8 a 16 años, aunque la mayoría tienen alrededor de 10. El proyecto comenzó hace dos años y finaliza en diciembre de este año. Se realiza en 9 escuelas de estas comunidades y son los propios compañeros de clase quienes eligen a los niños que participarán. En cambio, cada vez que les visitamos quieren apuntarse más niños pero no tenemos los suficientes recursos”, explica Luz Marina Puerto, una de los tres técnicos de INPRHU para este proyecto.

“Marlon ha mejorado muchísimo desde que empezamos a venir. Cuando llegamos, él no hablaba nada ni te miraba a los ojos. Sigue siendo muy tímido pero por lo menos ya tiene más confianza y participa más. Nos reunimos con los niños una vez al trimestre, pero nos hemos propuesto hacerlo más seguido porque ellos mismos nos lo piden”, nos cuenta Hugo Alberto Parrales, otro de los técnicos.

EDUCACIÓN EN LA COMUNIDADES

A pesar todas las dificultades, a Marlon le gusta mucho ir a la escuela. “Mis materias favoritas son español y literatura, pero también me gusta mucho dibujar”.

La escuela de Marlon

Su primo no ha acudido hoy a la escuela, “está en la montaña trabajando”, nos cuenta la madre de Marlon. Aunque es ilegal que los menores de 14 años trabajen, en las zonas rurales sigue siendo habitual esta práctica.

“En las épocas de siembra los alumnos faltan muchísimo, no viene casi ninguno. Tampoco cuando hay que cortar el café”, nos cuenta Rosa Medina García, la directora de la escuela. Para hacer frente a este problema, los maestros y los técnicos de INPRHU hacen visitas a las familias para concienciarles de que los niños deben ir a las escuelas.

Mientras hablamos con Marlon, es evidente que tiene vergüenza de llamar la atención y que le hagan preguntas, pero todavía es más evidente que quiere seguir hablando. Es un niño muy respetuoso, amable, sencillo y humilde.

SU HOGAR

Solo hay un espacio en el que duermen su abuela, su madre, su primo y él. Fuera de la casa hay un fogón para cocinar. No hay puerta, por lo que los animales entran con facilidad. La vivienda es muy humilde, la pared es de adobe y el suelo es la propia tierra. Solo tienen dos “camas” para los cuatro, que constan de unas varas con tablones, a pesar de que su abuela está muriendo y no puede levantarse.

La casa de Marlon

No hay ningún pozo, así que debe bajar al río a recoger agua. Su madre solo sale de casa para lavar ropa, también en el río. “Subir  y bajar la pendiente es muy duro por mi pierna, me duele muchísimo. Me ayudo de un palo pero siempre me tropiezo, sobre todo cuando llueve”. Ella es muy tímida también, habla en voz baja y apenas te mira a los ojos, aunque es muy amable y hospitalaria.

 “Aunque mi hijo trabaja, a mí me gusta que vaya a la escuela. Antes no lo veía tan importante, pero ahora le apoyo para que vaya. La verdad es que estoy muy agradecida a los técnicos de INPRHU porque vienen bastante aquí y se preocupan por Marlon, le ayudan mucho”, nos cuenta su madre.

 

Andrea Núñez-Flores Rey. 25.02.2014