Managua, Nicaragua. 13.11.2014 Andrea Núñez-Flores Rey
Por lo menos 10,030 personas están afectadas por las inundaciones tras la tormenta tropical #37 en la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN) desde el 12 de octubre. Save the Children está llevando a cabo una respuesta humanitaria en la que se está distribuyendo productos no alimenticios, reparación de pozos, promoción de agua limpia y la creación de espacios seguros para las niñas y niños.
La tormenta tropical causó el desbordamiento del río Prinzapolka y afectó alrededor de 6,018 niñas y niños de las comunidades asentadas sobre la cuenca del río. 1,214 hogares sufrieron daños por las inundaciones y 150 familias (744 personas) tuvieron que desplazarse a refugios temporales en la comunidad de Alamikangban. Tras 8 o 9 días ellos volvieron a sus casas, pero los daños continúan.
Según el epidemiólogo del hospital municipal: "En el albergue, ocurrieron enfermedades de forma masiva: infecciones respiratorias relacionadas con una dieta pobre, el estilo de vida de la gente (como el lavado de manos, la calidad del agua, preparación de alimentos, etcétera); diarrea y fiebres.
La respuesta de Save the Children
Tras la emergencia provocada por la tormenta tropical #37, distribuimos paquetes con ayuda no alimenticia a 1,819 familias - 9,192 personas, incluyendo 5,306 niñas y niños- en coordinación con organizaciones locales y la Alcaldía de Alamikangban. La ayuda consistía en: un cubo de agua con tapa y grifo, mosquiteras, mantas y plásticos negros -para cubrir los tejados y prevenir que las casas se llenen de agua con las lluvias, porque la mayoría de techos están hechos de hoja de palma o zinc viejo-.
La ayuda fue distribuida casa por casa por el equipo de Save the Children y nuestros socios.
Lucila González, la coordinadora del proyecto, explica: "Vamos a reemplazar el material utilizado para tener existencias guardadas en caso de que ocurra otra emergencia. También vamos a llevar a cabo otras actividades. Durante noviembre y diciembre, realizaremos capacitaciones en el buen uso de letrinas y pozos y sobre el agua segura; estamos rehabilitando y reconstruyendo pozos en mal estado tras la tormenta; estamos creando espacios seguros para las niñas y niños y promoviendo actividades de recreo.
Además, vamos a capacitar a 54 líderes de la comunidad en el uso y la promoción del agua segura. Por otro lado, estamos fortaleciendo las capacidades del Ministerio de Salud (MINSA) y coordinándonos con ellos en el apoyo a las comunidades de más difícil acceso."
Muchos problemas estructurales
Estas comunidades son excepcionalmente vulnerables debido a su extrema pobreza y aislamiento. Para darles una imagen: son comunidades muy pequeñas que viven en las orillas de un río donde la gente cultiva arroz y bananas para subsistir. La mayoría de las casas están hechas de hoja de palma y están construidas sobre bases de madera para evitar las inundaciones.
La mayoría de la gente no habla español, sino miskito, el idioma local. En todas las comunidades, excepto en Alamikangban, la cabecera municipal, los niños y niñas no tienen la posibilidad de estudiar educación secundarias, y en muchas de estas comunidades, ellos ni siquiera pueden acabar la primaria.
No hay electricidad ni agua corriente en la mayoría de comunidad. La gente a menudo no tiene pozo o los que tienen están en mal estado, por lo que muchos usan agua de lluvia para beber. Sin embargo, cuando no llueve, mucha gente saca el agua del río aun cuando ellos saben que está contaminado, por lo que las enfermedades relacionadas con consumir agua en mal estado (como diarrea) son abundantes. La esperanza de vida es muy corta; es bastante inusual encontrar a gente en las comunidades mayor de 60 años.
Solo hay un hospital -en Alamikangban, la cabecera municipal-, donde la gente de las comunidades más aisladas debe llegar en lancha (lo cual es casi imposible de pagar por la mayoría) o en bote de remos. Los niños y niñas desde que tienen e 7 u 8 años comienzan a remar solos. De hecho, el año pasado dos niños hermanos murieron en su bote de camino a la escuela, que estaba en una de las comunidades vecinas.
Esta es una imagen habitual: niños y niñas pequeños yendo a la escuela en bote. La calidad de la educación suele ser bastante baja porque muchos de los profesores ni siquiera han acabado la secundaria.
Otro problema estructural es la violencia doméstica, contra niños y niñas y la violencia sexual debido a la fuerte cultura patriarcal según la cual los niños y mujeres tienen menos valor y menos derechos que los hombres, y están subyugados a los deseos del varón "cabeza de familia". También es común el castigo físico contra los niños y el embarazo adolescente.