Pintar, leer y escribir, las pasiones de Heysli

Viernes 25 Noviembre 2016

En el barrio Wagula Laya de Puerto Cabezas, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN) de Nicaragua, apenas hay unas pocas casas habitadas. En este barrio de reciente creación, unos 3 años, todavía no hay escuela y la carretera a menudo presenta zonas fangosas que dificultan el tránsito hacia el centro de la ciudad.

Una casa de tambo se destaca por sus vistas, con un gran patio y jardín precioso lleno de árboles frutales, cocos, yuca, caña y flores, muchas flores. Nuestros zapatos se quedan en la escalera, para respetar la limpieza del lugar.

“Heysli es mi nieta, pero la tengo como una hija. Estoy  alegre por ella, es el primer año que está estudiando y ya sabe leer y escribir” comenta orgulloso Ernesto Figueroa Martínez, su abuelo, mientras conversamos en la casa.

Heysli Rosmeri Figueroa Wilson tiene 7 años y nos explica que su casa es un poco grande y que vive con su abuelita y su abuelito. Heysli comenta que le gusta su barrio porque “hay árboles y cocos”. Efectivamente el entorno en el que esta niña vive es  una belleza natural, cercana a una laguna y a la playa, pero hay inconvenientes.

Heysli está estudiando primer grado de primaria en la escuela Marvin Mitchel de Puerto Cabezas. “La enviamos a la Marvin Mitchel a pesar de estar lejos. Son unos dos kilómetros y medio, pero es la escuela pública más cercana a la casa” comenta Ernesto y explica que suele llevar a Heysli en bicicleta en un trayecto de unos 20 minutos. “A las 11:30am sale de clase y estoy allí para traerla a la casa. La matriculamos allí porque se enseña bien, con profesores buenos” apunta.

“Es una niña que capta rápido, lo que enseño se queda en ella” asevera la profesora Ella Jean Balderamos Smith, su maestra, y nos habla del énfasis en que las niñas y niños de su clase de primer grado de primaria aprendan a diferenciar letras como la c y la k, o la doble erre, letra que no se utiliza en miskitu. “Ella habla español y miskitu perfectamente” comenta refiriéndose a Heysli.

Ganadora del Concurso Municipal de Lectura

No sólo Heysli va a estudiar desde el barrio a la escuela Marvin Mitchel, más niñas y niños lo hacen. “A mí me gusta jugar con las y los compañeros, mi profe me da de escribir y leer, me enseña mucho” explica al preguntarle qué es lo que hace en la escuela. Sin embargo, sí es la única niña del barrio que ha ganado el tercer premio en el Concurso Municipal de Lectura.

“Me siento bien por haber ganado” reconoce Heysli, “me dieron una mochilita bonita. Había bastantes niñas y niños, ganamos 6 en total. 3 niñas y 3 niños, todos de primer grado” añade.

“Me sentí orgullosa y feliz, hasta lloré de alegría” comenta Scarleth Francisca Figueroa, la mamá de Heysli. “Ella hizo buena presentación y tenía mucha seguridad de hablar. Ganó por su presentación y lectura” explica la Profesora Ella, cuando le preguntamos sobre la participación de Heysli en el Concurso.

Toda la familia está feliz por el logro de Heysli. Lilian Nelson Díaz, su abuela confirma el orgullo que siente por su nieta. “Yo la ayudo para que ella estudie y veo que ahora va adelante. Me siento orgullosa porque la niña por fin ganó un premio”.

Arte y creatividad, metodologías nuevas para docentes

“Este año siento que han aprendido mucho los niños gracias a la creatividad, al hablarles, tocarlos, aplicar las cosas que me enseñaron desde FUNARTE” comenta la profesora Ella. Habla sobre sobre las metodologías compartidas con las y los docentes de la escuela Marvin Mitchel en el marco del proyecto “TransformArte: Promoviendo la Psicoafectividad y Buen Trato, a través del arte”, que está implementando FUNARTE y Save the Children en colaboración con el Ministerio de Educación (MINED) y las Secretarías Regionales de Educación de la Costa Caribe Norte y Sur y sus correspondientes Subsistemas Educativos Autonómicos Regionales (conocidos por sus siglas SEAR).

“Me socializo con ellos, estoy más cerca, los animo y motivo” comenta refiriéndose a las niñas y niños de su salón. “He aprendido a dar clase de una forma cercana, nada de ser regañona” añade la docente dando cuenta de cómo aplica lo aprendido en los talleres, lo que ha propiciado que tenga más confianza en sí misma.

El proyecto “TransformArte” comenzó en 2015 y se desarrollará hasta 2018 en los municipios de Bluefields y Bilwi en las Regiones Autónomas Sur y Norte de la Costa Caribe de Nicaragua. Con un presupuesto de $76,936.73 al año (en torno a 2,500USD), el objetivo es fortalecer el currículo de la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) de ambas regiones integrando la Psicoafectividad a través del arte.

Hablamos al respecto con la mamá de Heysli y nos dice que le parece bien, “algunos niños y niñas aprenden y tienen ganas de salir adelante. Heysli está feliz, quiere aprender más” comenta Scarleth.

206 niñas y 266 niños en Bluefields; y 304 niñas y 336 niños en Bilwi han participado en las actividades de este proyecto que cuenta con autorización y coordinación de los Directores de las Secretarías de Educación y las y los Delegados del Ministerio de Educación (MINED) de ambas regiones. La metodología de trabajo involucra a niñas y niños de las escuelas modelos, asesores del MINED, personal técnico de las Secretarías Regionales de Educación, docentes de universidades, escuelas normales y escuelas primarias,  directores, madres y padres.

Amor y creatividad para mejorar aprendizaje

Scarleth, la mamá de Heysli no vive con su hija, pero está pendiente de su desarrollo y aprendizaje. “Durante el día a ella le gusta estudiar, leer, escribir, ver muñequitos, ayuda en la casa lavando trastes, limpia la casa”.

“He pintado caracolas, vacas, caballos, arcoiris. Mi profe me enseñó a pintar” comenta alegre Heysli, y Scarleth confirma “Cuando hace dibujos y los lleva a la casa los ponemos con pega en la pared. Ella pinta flores, vacas... cualquier cosa. Ellos aprenden más rápido, crecen, desarrollan más la mente”.

Scarleth revela que estudió en la escuela normal y que ha dado clases como docente en la escuela Marvin Mitchel. “Yo miro que educan bien a las niñas y niños” dice, y por eso la niña acude a este centro a estudiar. Aunque ahora no está ejerciendo de profesora, Scarleth comenta: “a veces vengo a visitarla a la escuela, y en casa yo la ayudo a leer porque tenía problemas con algunos signos de exclamación, interrogación y pausas. También le ayudo a escribir, ella escribe bien. La ayudo a leer en voz alta, cuando uno lee en voz alta, se aprende más rápido”.

“Cuando sea grande quiero ser doctora así si mi mamá se enfermase, la podría ayudar” comenta Heysli, aunque su abuelo asevera que en varias ocasiones ella dice que va a ser profesora. “Quiero que ella aprenda y veo que quiere estar enseñando a sus compañeras, en el recreo no sale, se queda dentro con sus amiguitas” nos explica Ernesto su abuelo, “me siento alegre por ella”.

“Heysli escribe mucho, gasta cuatro o seis cuadernos en 5 días. No para de escribir, escribe mucho” dice la abuela de la niña. “Le gusta estar solita, no quiere salir a jugar, se queda escribiendo y dibujando, después ve muñequitos. Gasta en cuaderno, es lo que le gusta hacer” añade Ernesto, aunque más que un reclamo es orgullo lo que se ve en su rostro.

Compromiso con la educación de Heysli

“Heysli viene con su libro siempre, le gusta leer” explica la profesora Ella. “Ella es una niña bien estudiada y bien querida por su familia, la ayudan con las tareas” asegura.

“La profesora le enseña muchas cosas y le manda abecedario, las letras para que estudie en la casa y ella se siente muy bien con eso” comenta Lilian, su abuela y nos explica que cuando Heysli obtiene logros le regalan algo bonito o le hacen fiesta, “es una niña alegre” concluye.

“Cuando viene de clase le preguntamos qué aprendió. Lo primero me presenta el cuaderno y hacemos la tarea”.

La familia de Heysli tiene un compromiso con su educación por eso hacen esfuerzos para que ella no pierda clase, ni en los días de lluvia. Ernesto además nos revela que en tiempo lluvioso muchas niñas y niños de la zona no van a la escuela. “A la niña la llevamos bajo sombrilla, pero si hay demasiada lluvia no se puede. La llevo cargando hasta la carretera cuando hay mucho fango, a veces agarro taxi. Luchamos para que ella vaya al colegio”.

Arropada por su familia esta niña de 7 años aprende cada día salvando los obstáculos como el fango en el camino o la distancia a su escuela. Mientras, disfruta de su hogar de tambo limpio, de comer frutas del hermoso jardín que la rodea y de bañarse en la laguna que queda cerca, junto a la playa. “Soy feliz porque tengo a mi familia” concluye Heysli.