Emprender para crecer

Thursday 16 February 2017

Son alrededor de las 10:30 de la mañana en San Benito, una comunidad del municipio de El Tuma – La Dalia, departamento de Matagalpa, a unos 175 kilómetros de Managua. El clima es frío y cae una leve brisa. Ocho chavalas y chavalos entre las edades de 14 y 23 años se sientan en sillas de plástico formando un círculo, intercambian miradas y risas sueltas que esconden un poco de pena por hablar en grupo.

Todas las y los adolescentes y jóvenes presentes forman parte del proyecto “Taza de la Excelencia con Jóvenes Emprendedores”, que desde finales de 2016, Save the Children está implementando en los departamentos de Jinotega y Matagalpa con fondos de la Fundación Bezos en el que 175 adolescentes y jóvenes, mujeres y hombres, entre las edades de 14 a 25 años participan. Hoy apenas tenemos unos pocos en este grupo.

La dinámica del día está enfocada en conversar un poco  con ellas y ellos acerca de su participación en el proyecto. En una ronda rápida de presentaciones, conocemos sus nombres y aprovechamos su energía y entusiasmo juvenil para entrar de lleno en el diálogo.

Yusbelkin Granados, de 17 años, es promotora del proyecto y no deja pasar mucho tiempo para sacar a luz su liderazgo animándose a hablar la primera. “A mí lo que me llamó la atención de este proyecto es que iba a trabajar con jóvenes y usted sabe que entre jóvenes nos llevamos bien, sabemos compartir experiencias”, comenta con una sonrisa que deja entrever sus nervios.

El resto de chavalas y chavalos escuchan con atención, a la vez que se miran unas a otros a la expectativa de quién hablará luego. El siguiente valiente es el hermano menor de Yusbelkin, Cairo Granados de 16 años, “me gusta el proyecto porque estamos compartiendo, charlando con todos los chavalos y aprendiendo más sobre cómo se trabaja en grupo”, opina. Entre risas y risas, ellas y ellos se van olvidando poco a poco de la pena, lo que facilita un diálogo de ida y vuelta que nos ayuda a conocer más a fondo sus realidades como jóvenes de zonas rurales.

La mayoría de estas chavalas y chavalos recién terminaron el bachillerato a finales del 2016, sin embargo sus posibilidades de seguir estudiando son bastante inciertas. Yorling Blandón, de 15 años, dice haber hecho gestiones para aplicar a una beca de enseñanza técnica en la cabecera municipal de El Tuma – La Dalia. El resto de chavalas y chavalos cuentan, apenados, que no aspiran a estudiar este año. “Este año no voy a estudiar porque, tal vez tenemos el dinero para entrar a estudiar ahorita, pero tal vez a medio año podemos quedarnos cortos por lo que gastamos”, expresa Yaritza Aguilar, de 15 años.

Tomando en cuenta que esta es una situación común en las zonas rurales de Nicaragua, donde las y los adolescentes de bajos recursos tienen oportunidades de acceso a educación superior limitadas, el proyecto Taza de la Excelencia con Jóvenes Emprendedores busca brindarles un espacio de capacitación y formación que les ayude a gestionar y fomentar el autoempleo, así como promover el liderazgo y la participación colectiva de chavalas y chavalos.

175 adolescentes y jóvenes, mujeres y hombres, entre las edades de 14 a 25 años participan. Hoy apenas tenemos unos pocos en este grupo.

Para ellas y ellos, el proyecto representa una oportunidad para participar con más jóvenes y diversificar sus oportunidades de desarrollo económico. Las promotoras y promotores de las diferentes comunidades de La Dalia reciben las capacitaciones impartidas por ODESAR (socio de Save the Children en el programa de Lucha contra la Pobreza). Estas chavalas y chavalos tienen la responsabilidad de replicarlas ante el resto de adolescentes y jóvenes participantes del proyecto. “Nosotros en nuestro grupo, hicimos una directiva con Coordinadora, vice coordinador, secretaria y tesorera”, menciona Yusbelikn.

Por otro lado, como parte del apoyo brindado por el proyecto, se financian iniciativas de negocio para implementar en sus comunidades, para lo cual se forman grupos integrados por tres jóvenes. Hasta ahora hay una iniciativa puesta en marcha en San Benito relacionada con la crianza de pollos para venta de carne blanca. Pedro Zeledón de 14 años, Ivania Aguilar de 17 y Rolando Sevilla de 19.

 “De la primera capacitación, nosotros hicimos una reunión en el grupo. Más que todo fue como una actividad motivacional para el grupo, para seguir en las iniciativas y tocamos varios puntos de la capacitación que nos dieron” comenta Rolando, quien además es vice coordinador del grupo.

Pedro, Ivania y Rolando ya tienen responsabilidades y obligaciones que implican el trabajo con sus respectivas familias, no obstante hacen un esfuerzo extra para coordinarse y cuidar de los 52 pollos con que cuenta la iniciativa. “Nos turnamos un día cada uno para cuidar el corral”, comenta Ivania. Cada chavala y chavalo lleva a cabo una rutina para asistir a las aves, “Para cuidarlos hay que barrerles, cambiarles el agua y el concentrado. A veces trabajamos una hora, pero no seguida, sino que veinte minutos en la mañana, otros 20 minutos a las doce y en la tarde”, relata Pedro.

Gracias a la alternativa financiada por el proyecto, estas chavalas y chavalos están comenzando el camino hacia su crecimiento. "Tenemos anotadas las horas que se invierten trabajando en el cuido de los pollos. También tenemos anotaciones de todo el dinero que se ha invertido desde que tenemos los pollos, porque compramos cables y bujías para el mantenimiento y tenerlos en buenas condiciones”, detalla Rolando.

Aunque quizá ahora mismo no todos los grupos tienen iniciativas activas como la de Pedro, Ivania y Rolando, el proyecto, sin duda alguna, es ya una catapulta para proyectarse no solo como adolescentes y jóvenes, sino también como emprendedores. “El dinero que pensamos recoger, va a ponerse en la caja del grupo, que está a cargo de la tesorera. Vamos a pagar el 20% de las iniciativas que da el proyecto, y con eso sacar nuevas iniciativas para los otros chavalos”, afirma Yusbelkin.

 

Además del factor económico que brinda el proyecto Taza de Excelencia con Jóvenes Emprendedores, es necesario reconocer el valor agregado que le dan estas chavalas y chavalos, con su entusiasmo y disposición de caminar firme y seguir avanzando.